Robert Zemeckis, al igual que Steven Spielberg, construyó su carrera reinterpretando los mitos de su infancia durante la era dorada de la maravilla para seguir traficando con ellos en sus etapas más maduras. Puede verse cierta convergencia si tenemos en cuenta el acercamiento a la guerra fría del segundo en ‘El puente de los espías’ (Bridge of Spies, 2015).
Desde luego, tienen puntos en común más allá de los espías, principalmente, en su manera de reinterpretar el cine clásico a través del uso del suspense generado por mecanismos orgánicos como la actuación, y utilizar para ello un telón de fondo bélico. Aunque en el caso de Spielberg no había una carta de amor como la que Zemeckis hace en 'Aliados' ('Allied') a la inevitable referencia de ‘Casablanca’ (1942)
No hace falta pasar del ecuador de la película para darse cuenta de que no nos hallamos ante una nueva ‘Puente de los espías’, sino ante una de esas obras cuyos creadores disfrutan imaginando, creando momentos y estampas que luego ajustarán al guión dependiendo del valor plástico de cada una de ellas. Poniendo la palabra romance por bandera y luego la historia detrás.
Mannequin Challenge
Esa tesitura deja que la primera parte de la película sea un campo de pruebas para que su pareja protagonista luzca el palmito de espías de ropa elegante por las calles de un país exótico. Brad Pitt, que está buscando el póquer de la segunda guerra mundial, hace un compendio de pases de modelo con la cara recién inyectada en bótox, un rictus que parece causado por la gravedad de su misión de espía. Pero no. Al terminarla sigue con almidón en la cara.
Compensa una Marion Cotillard misteriosa que hace creíble su rol de maestra del engaño lo que da el punto de apoyo necesario para que el misterio funcione desde su origen. Todo se resume en un agradable relato bélico de tonos pulp, que incluso en algunas secuencias parece una versión seria y contenida de ‘Malditos Bastardos’ (Inglorious Basterds, 2009), aunque tenga más que ver más con otro thriller bélico con una pareja con la confianza rota como ‘Phoenix’ (2014).
La previsible historia amor tarda en desarrollarse de forma un tanto absurda y deja un par de momentos forzados en su búsqueda de la grandiosidad plástica: por una parte la ridícula épica del polvo reprimido en la tormenta de arena, por otra esa estéril escena de parto bajo las bombas. Ninguna de las dos molesta, pero responden a una intención de convertir el thriller en un romance más grande que la vida que palidece ante la efectividad de las secuencias de la misión que comparten o la fiesta, que suponen lo mejor de la película.
'Aliados', la sombra de Hitchcock
Aunque Zemeckis no esconde que lo primero que quiere que nos venga a la cabeza es la película de Curtiz, el resultado no puede evitar mirarse en 'Encadenados' (Notorious, 1946), del maestro del suspense. Aunque fuera de tramas bélicas, su conflicto de identidad en el matrimonio deja una nota a ‘Sospecha’ (Suspiction, 1941). En sus mejores momentos, la película toma brío con la introducción de un elemento de suspense que consigue mejorar el ritmo notablemente.
El director mantiene el equilibrio de melodrama e intriga, con cierta predictibilidad pero recordando a los juegos de guión de Hitchcock, con la diferencia de que no logra aprovechar las múltiples oportunidades de oro para crear un juego sádico con el espectador y llevar el suspense al punto de lo perverso, aunque para ello quizá hubiera necesitado algo de humor implícito al jugueteo previo.
Algo que el último Zemeckis no parece tener intención de utilizar. Su madurez ha venido con frío, y por ello ‘Aliados’ elige ser un drama, con demasiado peso en la historia de amor, pero dirigido con la caligrafía elegante de sus últimas películas. Ni es el regreso que algunos deseaban ni está tan lejos de ser una buena película, pero su falta de soluciones en momentos como el clímax entre la pareja muestran una realización cohibida a la que no le hubiera venido mal algo de tabasco extra.
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