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'Forrest Gump': cómo una escena rodada como recurso y sin confianza dio lugar a una de las frases más icónicas de la historia del cine

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'Forrest Gump': cómo una escena rodada como recurso y sin confianza dio lugar a una de las frases más icónicas de la historia del cine

La historia del cine —al menos desde la aparición del sonoro— puede resumirse en frases icónicas. Desde el "Francamente, querida, eso no me importa" de Rhett Butler en 'Lo que el viento se llevó' al "Yippie Ki-Yay hijo de puta" de John McClane, pasando por el "Necesitará otro barco más grande" del jefe Brody en 'Tiburón', el número de ejemplos es casi interminable.

Si nos centramos en los últimos compases del siglo XX, puede que una de las líneas de diálogo más célebres esté contenida en esa maravilla titulada 'Forrest Gump' que dirigió Robert Zemeckis. En ella, su protagonista, sentado en un banco, reflexiona con un memorable "La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar"; una locución adoptada por la cultura popular creada entre las dudas del equipo responsable.

Nunca sabes qué va a funcionar

Según contó Tom Hanks en el podcast CinemaBlend, la mítica frase surgió de la nada mientras rodaban con gran desconfianza la escena del banco que terminó sirviendo de pegamento para la trama del largometraje. Pero lo que fue un simple recurso filmado en una jornada y media, terminó pasando a la historia.

"Te diré que, en 'Forrest Gump', todo lo que rodamos en el banco del parque en Savannah, Georgia, lo rodamos como recurso para una posible pieza narrativa. Yo le dije a Bob [Zemeckis], '¿A alguien le va a importar este tarado sentado en un banco? ¿Qué es esto? Nadie sabe qué hay en esta caja...
Terminamos rodando probablemente unas 13 páginas de diálogo en un día y medio. Estaba escrito en letreros. No los necesité después de un rato porque te entras en materia. Pero Bob dice, 'No lo sé, es un campo de minas, Tom, un campo de minas. ¡Nunca sabes con lo que se va a quedar la gente!'. Y eso terminó siendo, ya sabes... esa cosa".

Eso sí, pese a no tener nada claro que el pasaje en el banco fuese a funcionar, Hanks y Zemeckis tenían claro que el filme tenía madera de éxito, llegando a pagar de su propio bolsillo el coste de algunas escenas como en la que Forrest corre a través de América.

"[Robert Zemeckis] dijo, 'Buen, esto nos va a costar X dólares'. Y no era barato. Y yo dije, 'OK'. Dijo, 'Tú y yo vamos a repartirnos esa cantidad, y vamos a devolverlo [a Paramount]. Os devolveremos el dinero, pero vosotros vais a tener que compartir un poquito más los beneficios', a lo que el etudio respondió 'Fabuloso, fantástico, OK'. Y también fue positivo para nosotros".

Y vaya que si fue positivo. Se estima que Tom Hanks se embolsó unos 65 millones de dólares únicamente de su porcentaje de taquilla gracias a afrontar estos costes de producción. Una jugada redonda para un éxito rotundo comercial y creativo.


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